
A esas grandes mujeres,
sonrientes,
enormes,
jubilosas,
fértiles fuentes
que rompen la fuente,
para donar fuentes de vida,
fuentes sonrientes,
poderosamente valientes.
Quiero unirme a mi cosmos,
de felinas miradas,
de andar culebreado,
de nudillos rudos,
de voz lujuriosa,
el alma transparente de tanto dar,
tremendas,
sonámbulas de la vida,
corrientes que no se detienen,
son sublimes margaritas,
cardos y jazmines,
cardenales y camelias.
Todas,
todas ellas,
hacen grande la tierra.
Son mágicas
sombras que
aún el hombre no atrapa.
Son mi alma
y todas las almas.
Somos poesía.