
Detenida y Aprendiz se encuentran sentadas cada una en una silla, frente a frente. Se miran con desconfianza. Se escucha música de jazz en el fondo. Hay una vela que ilumina el cuarto.
Detendida: Déjame ser como yo quiero! (golpeando los mangos de la silla)
Aprendiz: (con voz pausada) No sabes lo que haces.
Detendida: Es que no comprendes.. Son tantos años de esperar.
Aprendiz: Te he dado tiempo, todo el tiempo que necesitas y sólo has podido llegar hasta aquí.
Detendida: ...sabes que necesito, lo sabes. ¿Qué es lo que no comprendes?
Aprendiz: Hay miles de razones por las que deberías desaparecer. Quisiera que entendieras que esto es por tu bien.
Detenida: (tomando su cabeza entre sus manos) sería tan fácil si pudieras ver lo que yo veo... desde aquí.
Aprendiz: sería más fácil si te enteraras de que hay cosas que no pueden ser. No debes continuar. No me dejas seguir. Debo eliminarte.
Detenida: (levantándose de la silla) No puedes.
Aprendiz: (alzando la voz, sorprendida) Claro que sí!
Detenida: (mirando fija y dulcemente) Nunca podrás.
Detenida toma su sombrero, apaga la vela suavemente con sus dedos y vuelve a ser una con Aprendiz.
A Jorge Díaz, a mil obras de distancia